solamente en las arrugas. Con el tiempo, la capa exterior del esmalte de los dientes se adelgaza y deja ver la dentina amarillenta (el tejido que constituye la estructura interna de los dientes). Si combinamos esto con décadas de ingerir alimentos y bebidas que manchan, y con hábitos de higiene dental no muy buenos, esas blancas perlas empiezan a verse más bien amarillentas y sucias. Si has estado dándole vueltas a la idea de (por fin) retocar esos deslucidos marfiles, estás en buena compañía. El mercado profesional de blanqueamiento dental está pasando por una explosión: se espera que crezca a una tasa promedio anual de más del 6% para el 2030, según un informe de la empresa de análisis global Astute Analytica. “Ahora que las mascarillas no son requeridas, las personas quieren que sus dientes se vean bien”, dice Matthew Messina, profesor adjunto de Odontología en la Facultad de Odontología de Ohio State University y portavoz de la American Dental Association. “El blanqueamiento dental es un lujo personal relativamente económico que aumenta la autoestima, lo cual es algo bueno”.
1. Bicarbonato de sodio
Una de las formas más fáciles y económicas de blanquear los dientes es con algo que probablemente ya tienes en tu casa: el bicarbonato de sodio. “Es un abrasivo muy suave, que ayuda a eliminar las manchas superficiales de los dientes”, explica Brian Novy, director odontológico del Alliance Dental Center de Quincy, Massachusetts, y profesor de Política de Salud Oral de la Facultad de Medicina Dental de Harvard. Como el bicarbonato es alcalino, también contribuye a aclarar las manchas de bebidas con base ácida, como el café, el té y el vino tinto, agrega.
“Yo les recomiendo a todos mis pacientes que tengan un vasito lleno de bicarbonato de sodio en el mostrador del baño”, dice. “Cuando se cepillen los dientes, pueden humedecer con agua el cepillo de dientes, meterlo en el bicarbonato de sodio y luego ponerle la pasta de dientes”. Una reseña del 2017 publicada en